Durante la gira de trabajo realizada en marzo a la región transfronteriza Guatemala-México, se visitó el Centro Municipal de Capacitación y Formación Técnica "Juan Pablo II" de Olintepeque, Quetzaltenango, donde se pudo constatar cómo los programas de formación para jóvenes y adultos se han convertido en una herramienta clave para el desarrollo comunitario. El municipio, que hace años recibió apoyo de DVV International con equipamiento y asesoría técnica, ha consolidado el centro de capacitación y formación, gracias al compromiso de las autoridades locales —guiados por el alcalde—, los actores de la Educación para Jóvenes y Adultas (EPJA) y la participación activa de la población beneficiaria.
En la visita se conocieron las instalaciones del centro y se tuvo oportunidad de conversar con algunos participantes de 3 de los programas impulsados. En el taller de Costura y Confección participan 45 mujeres que han desarrollado habilidades para producir prendas de vestir, permitiéndoles generar ingresos para sus familias e incluso iniciar sus propios microemprendimientos. El programa de Computación, equipado con 15 equipos, brinda formación en habilidades digitales a jóvenes de la comunidad. Asimismo, el curso de Cultoras de Belleza cuenta con un salón equipado con mobiliario, donde las participantes desarrollan técnicas profesionales para el desempeño del oficio.
Lo más destacable de esta iniciativa es su evolución de proyectos puntuales a programas permanentes del municipio, gracias al compromiso institucional de la municipalidad - que ha destinado presupuesto para instructores -, la coordinación con otras organizaciones y dependencias de gobierno, el apoyo constante de líderes comunitarios y el entusiasmo de los propios participantes, quienes replican sus conocimientos en la comunidad. Durante la visita, las mujeres del taller de costura compartieron testimonios sobre cómo esta formación ha transformado sus vidas: "Antes no tenía cómo ayudar en mi casa, ahora hago blusas y gano mi propio dinero", comentó una de las participantes.
El éxito de estos programas se fundamenta en tres pilares esenciales: la apropiación por parte de la comunidad, la corresponsabilidad entre todos los actores locales y su integración en las políticas públicas municipales. Este caso ejemplifica cómo la formación técnica, cuando responde a las necesidades reales de la población y cuenta con el compromiso de las autoridades, puede convertirse en un verdadero motor de desarrollo sostenible para las comunidades.